Al contemplar el mundo y su hermosura
me siento tan pequeña,
mas recuerdo que
soy obra de tus manos
y que en ello está mi grandeza.
Sólo soy un grano de arena
bajo tu inmenso poder,
pero mi alma se regocija al saber que
es mi voz la que te alcanza
y mi clamor el que escuchas.
En tu grandeza te vuelves pequeño
y puedo cobijarme, como niña,
bajo tus alas…
y recostarme sobre tu pecho.
En un abrazo tuyo encuentro mi consuelo
y en tu presencia me deleito.
A los simples ojos parezco sola,
mas eres tú mi compañero diario,
el que me carga
cuando se paralizan mis pasos;
el que seca mis lágrimas
en la soledad de mi cuarto.
Eres tú mi fiel amigo,
Y mi más grande amor,
el que no ignora
ni uno de mis suspiros,
el que no necesita palabras
para entender lo que digo.
Gracias Señor por todo lo que soy, por todo lo que me has ayudado a alcanzar.
Inga
