después de siglos de quietud.
vestida con una falda blanca
lo suficientemente corta como
para obsequiarnos con la vista
sus bien torneadas piernas y
una blusa trasparente, que sin fondo,
crea erecciones y
humedeces en el ambiente.
Sentí de pronto un par de manos
que rozaron, acariciaron,
ungieron nuestros cuerpos
en un erótico anonimato
provocado por la obscuridad.
Me sorprendieron una par de besos
las maravillosas curvas
de tu cuerpo cubierto por blanco pudor,
que dejaba ver tus apetecibles piernas,
tu breve cintura tu provocador torso.
Las velas no fueron suficientes:
para cubrir tu sexo derramando sus fluidos
quería verla, posesionarme de el
baje mi mano para exprimir tu sexo.
Se iba desenvolviendo el juego de su desnudez
frente a los excitados besos de mis manos
pero sobre todo el deseo de repetirlo,
allí mismo, sobre la cama,
con nosotros como testigos,
tocándonos, besándonos.
Mis manos recorrieron tus pechos,
tus piernas, tus caderas. Tocaron tu sexo,
para lúdicamente recorrerlo y acariciarlo.
Me entregue a ti sin recato.
Alexan
