
En tu enredadera
como si una planta fueras
vas tejiendote entre las paredes
que mi cuerpo libremente te regala
incitandote al placer de la ebullicion,
que la sangre explota cada vez
que mis caderas tocas
y bailas al compas
de una deliciosa cancion.
Mezclando tus ramas
entre la locura y placentera coalicion,
hasta que por fin te veneras
y obtienes el triunfo de llevarme a la erupcion,
teniendo como resultado
nuestros cuerpos mojados
de la rica lluvia de nuestro sudor,
cual individuos a la intemperie del loco deseo del amor.
Te enredas con tus brazos llenos de ternura
e invades la lujuria de este noble corazon
que te lleva penetrado en su interior
siendo tu el dueño y señor de los sentimientos de mi interior.