
Sólo por seguir la corriente menos mal..
Un pensamiento perturbador se adueña de mis sentidos en un día que el frío se hace más frío y el tiempo se hace más viejo… En una fecha en que el templo no tiene santos, ni su seña, y que a las campanas les han robado su badajo y están mudas, pobrecitas, en su afasia lloran… Las palomas vuelan hacia un volcán que se ha borrado. Mi sensiblería naufraga en una referencia breve y de pasada… Baja, lentamente, al nivel de ellos; esos ojos color a mar y ese cuerpo con sabor a desierto, entre rezos y veladoras estériles con viandas en las mesas, de penitencia. Hincada salen murmuraciones habituales, palabras inútiles, ritos ceremoniales aprendidos desde la niñez. Frente a un Cristo tieso, clavado en un cruz, con una mirada consolidada en algo de clemencia. Sin embargo en mi miseria es urgente purgar la depravación de mis ideas… Menos mal que hoy los girasoles decidieron danzar en el campo y el cura esta ausente… Menos mal que estoy sola con los ecos de oraciones pasadas que rebotan en la pared como espantos. Sé que lo son para atontar a pecadoras como yo y hacerles regresar al rédil.
Empieza a llover, si, a llover besos por mi cuerpo. Y ovejitas blancas sin piedad muerden mis llanuras satisfaciendo su hambre en la memoria de sus labios, zambulléndome en las olas de pasiones y el sereno de este efecto producido por él, -Judas de Anima-. Se asoman temblorosas las palabras y resuenan sólo por compromiso. Aparece la luz de su presencia, en esa capilla ardiente, deteriorando la tortura de su ausencia. Este calvario que vive mi alma a diario se convierte en un martirio que no puedo soportar. ¡Maldito, eres! te lo dicho miles de veces, bardo con pluma zurda.... Aléjate no me atormentes más, quiero dormitar en el pecho de la paloma en un nido lejano hecho de paja. Quiero escapar a una casa de palos y morir, morir con mis penas. Ya están cansados mis pies de esta vagancia y sangran cada vez menos… No tengo ofrendas que dar en expiación a ningún dios por tenerte tatuado en mi conciencia.
"Menos mal", dijo por ahí Antonietta, la que conozco también como Valentina. Ahora, sé que existen días cuando las palabras salpican las hojas amarillentas, y el recuerdo nos hace presa para anhelar aun más así la libertad. Que tengo en mis manos la oportunidad de ser, yo, mujer con olor a cacao, y piel morena. Una, que en su vileza vive con seguridad el futuro... Y hasta tiene el descaro de hacerle el amor a la iguana cuando llueve plomo, y los gatos hacen festejo en las tejas. Menos mal... que hay enmienda para días como estos cuando pienso y vivo pensamientos perturbadores con zopencos que estorban mis oraciónes...
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Guadalupe Cisneros-Villa
MonterreyNL/Dallas Tx
Fecha: 16/08/07
Serie: Guadalupe jugando al poeta
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