YA NADA PODRÁ ALCANZARME

[johnkriss]

YA NADA PODRÁ ALCANZARME

De: Juan José García



Las sombras comenzaron a alargarse ese día,

se estiraron como delicadas prolongaciones de la nada,

érase imperceptible y continua que en silencio sola cundía,

de los cientos de apuntes que sin orden aparente eran calmada.

se desvanecía la luz y se debilitaba en distorsionada agonía,

desapareciendo en la fragilidad de la soledad estancada.



El suelo y la ventana quedaron entre si fusionadas,

permitiendo formar extrañas e impalpables siluetas,

cuya realidad de sus contornos a la fantasía eran abandonadas,

para tan solo perfilarse hasta desaparecer en el infinito todas inquietas.



Solo una luz afilada y casi magnética cubría todos mis sentidos,

y en ese preciso instante, entre la nada y la oscuridad,

sentí deslizarse sobre mi todos los recuerdos.

Como si penetraran invisibles cristales a mi acongojada ansiedad,

con la extraña propiedad de transformar todos mis deseos,

hasta de la percepción de las cosas en la soledad,

las de mis sensaciones humanas y nobles sentimientos.



Las voces que hasta ahora fueron palabras quedas y susurrantes,

se calmaron y desaparecieron justo en la nada de mis pensamientos,

acabaron en delicadas y tenues imágenes distantes,

tan profundas en su esencia como la de mis sentimientos.



Esa sensación vagamente familiar de algo que aún no ha pasado,

que puede ocurrir en ese instante o quizás en el siguiente,

pero que esta ahí, sintiendo que mi deseo aún no se a cumplido,

deseando que su esencia intangible penetre mi alma y también mi presente.



Busqué su presencia en mi atormentada conciencia,

busqué su mirada para tan solo sentirla distante y líquida,

que en un momento fue profunda y en la otra lejana,

sintiendo palpitar mi ensueño en mi realidad y mi presencia,

desde mi mundo, desde mi silencio, desde mi herida,

con esta sensación en el alma que nunca fue ajena.



Cuando realmente se alejo de mis emociones,

desapareciendo esa ilusión en la nada,

cuando también lo hicieron sus pasos,

me quedé en silencio sin esas extrañas sensaciones,

teniendo una herida en mis sentimientos que no fue olvidada,

como quien añora aún su corazón palpitar en extraños casos.



Y fue en esa soledad que en sus horas desnudas me estremecía,

cuando el aire denso cundía toda mi existencia y mi alma tocara,

volví la mirada otra vez hacia la nada, a esa presencia que solo yo sentía,

para tan solo ver mi debilitada ansiedad mucho antes a que la mirara.



Intenté sumergirme en el mar de mis recuerdos,

tal vez oculto en lo incierto, y por supuesto inexistente,

buscando la forma de salvar mi tiempo y mis anhelos,

acercarme sin alejarme mucho de mi presente.

Sin esa barrera que frena mis días y mis deseos,

en sus horas y minutos ya perdidos y ausentes.



En ocaciones, cuando volvemos la espalda hacia una supuesta mirada,

cuando intuimos que una sensación resbala sobre nosotros sin desearlo,

cuando sentimos entrar esa ilusión en el alma en su forma más real y sentida,

deseamos tenga un verdadero significado para nuestros para seguir recordándolo,

aún hasta cuando creemos habernos alejado lo suficiente de esa mirada,

aún cuando el espacio ya es demasiado largo para retornar,

pero suficientemente corto para preguntarnos si debimos regresar,

buscar esa mirada tan anhelada en el alma y deseosa de amar,

sin olvidar que en la memoria ya no se dibuja nada para recordar.



Solo volver para intentar corresponder esa mirada,

expresar esos sentimientos o simplemente mostrarlos,

o quizás dejarlos escapar en su esencia deseada,

y que alguien pudiera así en su corazón tomarlos,

solo para ver una gota de tristeza en la mirada,

o tal vez esa misma gota, fruto de la agonía y la soledad,

colgar desde la profundidad de los ojos, en el fondo de la nada,

advirtiendo una distorsionada forma de mi ansiedad.


Aunque sea tan simple como eso,

probablemente habría merecido la pena,

por el solo hecho de no tener más palabras perdidas.

Y que al alma mía en su delicada agonía llevada al deceso,

fuera en sus sentimientos conducida a la condena,

que para siempre en su esencia fueran así olvidadas.



FIN

[Avellaneda]

Entre sombras y figuras
creyendo estar ahí
sin saber si realmente
algún día existí.

Ave.