ESTA ESCRITA EN CASTELLANO ANTIGUO ¡¡¡ ENCONTRE LA FORMA DE VER A DIOS COMO ESE PADRE QUE TE PERMITE SUFRIR MUCHO PERO SIEMPRE BAJO SU VIJILANCIA ¡¡¡
ME ACORDE TE ALGUNO DE VOSOTRSO QUE AUN Y SUFRIENDO MUCHO LO ENTENDEIS COMO LE GRAN SER QUE ES¡¡¡
DEBES LEERLA DESPACIO DEJANDO QUE TE HABLE AL CORAZON ¡¡¡
Y SOLO PENSANDO QUE DIOS TE HACE FUERTE EN MEDIO DE LOS SUFRIMIENTOS¡¡¡
EN ESOS AÑOS DEL 1490 Y POCOS , CUANDO SE EMPEZABA A SABER QUE EL MUNDO NO ERA UN FINISTERRE*SI NO UNA TIERRA CONTINUADA¡¡¡ REDONDA COMO LA PENA QUE SE TIENE HOY ENDIA , NO SE CUAL ES SU PRINCIPIO Y SE QUE SU FINAL NO LO PUEDO CONSEGURI SIN ROPER LA PELOTA¡¡¡¡
UN BESOTE ANAREPA ANAMARI49
PD me parece hasta mentira que en esos tiempos se pudiera pensar a si ¡¡¡ que ha sido de nosotros' DONDE ESTA LA SABIDURIA ACUMULADA¡¡¡ DONDE QUEDO LA SEMILLA DE SANPABLO?
ATL VEZ CAYO MUCHA EN TRE PIEDRAS DEL CAMINO Y ESTAN ALOS LADOS DEL LAS VERDADERAS SIMIENTES DE LA ESPERANZA¡¡¡
ANA
Epístola moral de san Juan de Ávila
El franciscano san Juan de Ávila posee un estilo sencillo y robusto y un tono bondadoso de tendencia ascética que se pone de manifiesto en sus consejos epistolares a la dama atribulada.
Carta a una doncella atribulada.
De san Juan de Ávila.
Lib. II. Carta XV.
Muy amada Hermana en Jesucristo: El cuidado que me pone Dios de vuestra ánima, tengo por seña de merced. Porque, allende de ser obligado a ello por la ley de la caridad, espero ser participante en el gozo que de su mano os ha de venir, pues me da alguna compasión el desconsuelo que agora tenéis. ¡Dios sea en todo bendito, sus juicios adorados! que, por donde a nosotros parece pérdida, por allí con su alto saber nos gana; y esto para darnos a entender nuestro poco saber e insuficiencia y para que de corazón nos ofrezcamos, llenos de fe, en sus manos, esperando remedio, sin saber el modo por donde ha de venir. Grandes combates tendréis, con los cuales recibirá alguna turbación vuestra ánima, porque, mirando a la vida pasada, pareceros ha que merece castigo, y los consuelos que habéis tenido, también os desmayarán, temiendo el regalo pasado no se os torne en ocasión de castigo, viendo que lo perdistes; y no os faltará escrúpulo que os haga entender que por vuestra culpa; y juntarse ha con esto la tristeza que de presente sentís, y las angustias que de todas partes os cercan, y lo que adelante teméis que os vendrá. Todo esto junto os pondrá en tan grande aprieto que os parezca estar en el angustia que el pueblo de Israel estuvo, cuando saliendo de Egipto se vió cercado por los lados de altísimos montes, y por delante con la mar; y los enemigos que por la espalda venían. Y sentiréis muchas veces lo que dijo David y sintió en sí mismo (Salmo xxx): «Yo dije en el ajenamiento de mi ánima: Desechado soy delante la faz de tus ojos»; y no faltarán demonios que os digan lo que a él: que no tenéis salud en vuestro Dios; veros heis tal que gustéis muchas veces angustias de muerte, y, aunque aquéllas tenéis en poco, atemorizada de la obscura sospecha de pensar que Dios os desama. Y tras esto suele venir dureza y apretura tan grande de corazón, que le parece a la persona participar ya de la obstinación y muerte que en el infierno tienen los que allá están. Y acaeceros ha llamar, y no ser oída; y en lo que buscábades y esperábades remedio, allí sucederos mayor desconsuelo, no hallando prenda de amor, mas desvíos al parecer desamorados. Y con estas y otras cosas que se suelen sentir en aquesta enfermedad, estaréis tan descontenta de vos, que tomaríades por ganancia la muerte.
Mas entre estas cosas ¿qué os parece que se debe hacer? ¿Perderemos quizá la confianza de nuestro remedio, que tan muchas veces nos mandó tener Cristo? ¿Seguiremos los desmayos que el demonio y nuestra carne nos traen? ¿o la esperanza que podemos cobrar de la benignidad de aquel que, cuando estuviere airado, se acordará de su misericordia? No hay, hermana, en este mundo que deliberar, mas que ejecutar; no hay por qué desmayar, mas por qué esforzar. No os llaméis desdichada por lo que de presente sentís, mas bienaventurada por el amor que Dios os tiene; el cual no sentís. ¿Para qué queréis vivir en arrimo de vuestro sentido, pues es cosa que tan presto es engañado y engaña? No es justificado quien piensa que lo está, ni está fuera de serlo quien sospecha que no lo está. «No me juzgo yo a mí», dijo San Pablo (I Cor. cap. 4), «mas Dios es el que me juzga.» Y estános bien muchas veces el pensar que no somos amados, o no tan amados; porque es tan grande nuestra locura, que está mejor aprisionada con desabrimientos y tristeza, desmayos y angustias que nos parezcan semejanza de infierno, que no andar sueltos con la libertad y regocijo que suelen traer los regalados de Dios. El cual, como buen padre, esconde el amor que tiene a sus hijos, porque no se hagan flojos y falsamente seguros, mas tengan siempre un poco de recelo con que no se descuiden y pierdan el regalo y herencia que en el cielo les tiene guardado. Y aunque él sabe cuán gran trabajo es para ellos sentir de él que no está sabroso y cuántas tentaciones se les levantan, cuando él parece que vuelve la cara, con todo esto quiere que pasen por estas angustias, y viéndolos y amándolos, disimula el amor que les tiene, y enséñales lo que, aunque les duele, los tiene seguros. Y lo que más es de maravillar, que no sólo los deja padecer persecuciones levantadas por el demonio y otras personas, mas el mismo Padre de las misericordias y verdadero amador de sus hijos sobre cuantos padres hay; –el cual sólo sabe ser padre; en cuya comparación los padres no saben amar ni amparar; y por eso nos mandó que no llamásemos padres sobre la tierra sino a él, único amparo nuestro, y tan rico en amor y tan vigilante en cuidado de lo que nos cumple, que hinche de lleno en lleno –y aun sobra– todo aquel regalo que el nombre de padre significa; –esté tan cuidadoso de lo que nos cumple, que no sólo ve lo que padecemos de nuestros enemigos y calla, mas él mismo nos levanta los trabajos y nos mete en la guerra.
Fuente: Jünemann, Guillermo. Historia de la literatura española y antología de la misma. Friburgo: Herder, 1913.
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