
Caminando despacio por mis propias avenidas, cuando atravieso mis calles internas y profundas, y me adentro cada vez más por mis lugares, y me topo ante las fronteras oscuras de mis miedos.
Miedo a ser, a comprender, a no tener. Miedos que amarran mis filamentos nerviosos con la angustia, y detienen mi andar seguro y firme, cuando no creo ser capaz, ser hermosa, ser yo misma.
Entonces los observo desde adentro, puedo hacer distancia y mirarlos desde lejos cómo nacen motivados por los tiempos del ayer, se alimentan con el riesgo del ahora, y presentan un destino gris y oscuro.
Así me doy cuenta...mis miedos me detienen, pero también me protegen, son como dragones guardianes de mi inconsciente, prestos a saltar sobre mi mismo hacer.
Entonces sólo tengo que seguir consciente, seguir en el aquí y en el ahora, porque entre más me tenga ahora, más intuyo mi vida desde arriba, y más abro mi corazón hacia mi misma.
Entonces comprendo que sólo puedo derribarlos, si arriesgo la seguridad de mi ahora y tengo la certeza de que el error enseña de que el fracaso forma parte ineludible de la vida, y de que los obstáculos desaparecen, cuando mi andar los atraviesa.
Ahora la carga se aligera de nuevo, la luna ilumina mis oscuros pensamientos, y dejo que mis dragones se aquieten y se disuelvan, en la luz incierta de ésta eterna aventura, de este eterno misterio...