
Es tan grande el dolor...
Mas aún que el cuerpo,
me duele el alma
y esta pena es tan honda,
que me duele por los dos,
dolor multiplicado
por lo tuyo y lo mío.
Ahora...
Refugiarme en el recuerdo
ni siquiera me consuela.
Es cruel hasta el tormento...
Como un viento enloquecido,
agresivo, sibilante,
se lanza sobre mis sueños,
mis anhelos arrebata,
bramando sin tener boca,
empujando sin tener brazos,
me impulsa al precipicio,
me borra el horizonte
y en la nada me deja.
Porque tu no estas!
Torbellino en el camino
grisáceo y polvoriento,
que todo lo nubla,
hasta mis ojos secos
cansados de llorar.
Me oscurece y cubre,
vil manto de suplicio,
a cada paso alzando
oscurísimas nubes
que el ocaso inician.
Esperanza muerta,
cansados brazos
de aferrarme a la nada.
Tendré que adormecer los sueños
hasta que regreses.
Mas el dolor subyace,
salvaje, homicida,
desgarrando entrañas,
aumentado suplicios.
Mi cuerpo estremecido
por el viento oscuro,
inicuo, malvado,
no resiste casi.
Ahora solo queda soledad infinita,
Que soledad!
¡Qué profundo silencio!
¡Qué interminable dolor!
Y más aún que el cuerpo...
¡Cómo me duele el alma!.
Isis Uribe*
