Cuantas veces habré leído
el borrador de la carta que te di,
cuantas veces habré llorado
por eso, que un día creí,
que sería eterno,
una historia sin fin.
Y hoy solo quedan recuerdos,
tesoros para mi.
Como la llovizna de una tarde gris,
el banco de una plaza,
un abrazo sincero,
y detalles que me traen nostalgias.
Ahora que mi ángel no esta,
la cruz pesa más,
y me vuelven loco,
los fantasmas de la soledad,
que con simples insinuaciones,
me la hacen recordar.
Y en la desesperación,
por querer estar a su lado,
me quedo inconsciente,
en la nebulosa divagando.