Fuí simple realidad y en un instante,
toda mi vida entera vibro en la percepción,
de alguna tierna brisa circundante,
que abrió toda la luz en mi ilusión.
Pensé que era el momento de soñarte,
de hablarte de las cosas de los dos,
y pude nuevamente imaginarme,
sentado y dialogando junto a vos.
Y el tiempo y el amor equidistantes,
se alzaron en un vuelo emprendedor,
dichoso y levemente cautivante,
y acaso desbordante de color.




