sin pensar que en tu vida no existía,
Perdóname, por extraviarme en tu mirada,
en esos ojos del cielo azul que me envolvían.
Perdóname, porque al escribir el libro de tu vida
me di cuenta que, allí, yo no vivía,
en esa página en blanco que quedó inconclusa
en ese ir y venir del tiempo suspendido.
Perdóname por esas interminables, tus ausencias
que jamás comprendí el porqué indiferencias...
Queria entregarte el desierto de mi cuerpo,
para que formaras un oasis con tu aliento,
que tomaras las arenas de mis playas,
y llevaras a tus besos, la calidez de ésos, tus versos.
Quisiera ser de ti... hoy, ¡tantas cosas!
Quise ser para ti, miel de pasiones,
abrigarte en el calor de mis anhelos,
Ser ternura, inspiración... tu eterna musa de poemas,
sin saber ni sospechar que en tu destino,
ya tenías muy tatuadas... ¡muchas huellas!

y quise ser la lágrima en silencio,
que se escapaban, tristemente, de mis ojos
observando el firmamento aquella noche,
donde estrellas celosas, todas ellas,
con destellos de plata
se encontraban en penumbras encendidas,
Te creí, en mi esperanza, ya perdido,
Y... hoy regreso a buscarte;
Y te encuentro al final... ¡pero distante!
y... ¡no puedo evitarlo! ni un instante;
pues te llevo tan dentro
arropado a mi vida,
estrechando mi cielo...
Más prendido aquí está
sensación que me lleva
a descubrirte escondido...
muy mío...
tan mío..¡aquí en mi pensamiento!
